Eramos, más que personas, pequeños ídolos de la isla de pascua, permaneciendo hasta el fin de los tiempos, símbolos de algo, algo que no llego a comprender, pero algo. Aun recuerdo. Más que las vacas y el cielo, recuerdo el campo, el olor a hierba y el verde que inundaba los sentidos. Recuerdo la brisa, recuerdo la risa, aunque muda, no recuerdo más que el silencio, no recuerdo tu voz, no recuerdo tus ojos, recuerdo tu boca, y tus dientes y tu lengua, no recuerdo tu pelo, aunque creo que era negro, no recuerdo que pensaba ni que pasó, ni lo recuerdan tampoco las vacas.

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